Más de 30 organizaciones sociales de recicladores en Medellín se dedican a la separación de residuos y a dignificar su labor. Pero también enfrentan diversos retos, como la disminución de materiales reciclables, la falta de recursos económicos y la informalidad de este oficio.
En Medellín, cerca de 5000 personas dependen del reciclaje como fuente de ingresos, en medio de diferentes dificultades: la disminución de materiales reciclables, la precariedad en las condiciones de trabajo, la falta de inversión estatal y la exclusión social, por ello hacer parte de una organización social, ha sido para algunos, el primer paso hacia una vida más digna.
La Asociación Nacional de Recicladores denunció el 6 de marzo del presente año, que el gremio enfrenta una crisis por la caída sistemática de los precios del material, la falta de pagos por parte de algunas empresas de aseo y la competencia desleal de programas municipales y organizaciones de fachada. A pesar de contar con respaldo constitucional, exigen al Estado y a la sociedad “que se garanticen condiciones justas y sostenibles para los recicladores de oficio”, se lee en el comunicado.
A pesar de las dificultades, la gestión integral de residuos sólidos realizada por los recicladores y sus organizaciones permitió, en 2024, según la Alcaldía de Medellín, evitar que 29 000 toneladas de residuos llegaran al relleno sanitario La Pradera, en Donmatías. Este resultado refleja el importante aporte de estas entidades y de los recicladores de oficio al cuidado del ambiente.
Retos de las organizaciones de recicladores en Medellín
La asociatividad ha sido un eje de resistencia y transformación para los recicladores de oficio en Medellín. A través de organizaciones como la Asociación de Recicladores Huella Natural y la Corporación para la Recuperación y Aprovechamiento de Residuos (Coraseares), han podido fortalecer su trabajo colectivo, acceder a mejores condiciones laborales, recibir apoyo institucional y ganar un mayor reconocimiento en la sociedad.
Pese a los avances, estas organizaciones enfrentan retos estructurales y operativos. Según John Jairo Acevedo, representante legal y fundador de la Asociación de Recicladores Huella Natural, el sector enfrenta una escasez de recursos, falta de rutas asignadas por las alcaldías para recolección, dificultades para el reconocimiento legal y una creciente precarización del oficio. “La actividad económica comercial del reciclaje es muy relativa. Para ellos no es lucrativa, porque están supeditados a precios injustos y variables”.
La sostenibilidad ha sido un desafío para estas entidades, ya que cumplen una función social dentro del sector: ayudan a sus afiliados en emergencias, cubren gastos médicos por accidentes, pagan arriendos y hasta entregan alimentos. “Tenemos recicladores viviendo en condiciones infrahumanas. A veces no tienen baño, ni cama, ni puerta. Nos toca intervenir con recursos propios porque el Estado no llega”, resalta Acevedo.
Para Diego Alberto Ravelo, representante legal y fundador de Coraseares, los planes de desarrollo han desplazado a las bodegas de reciclaje a otras zonas de la ciudad, lo que limita la obtención del permiso de uso del suelo. “En muchos casos, no se les aprueba su funcionamiento, especialmente en zonas urbanas o residenciales. Por eso, estamos solicitando que, al tratarse de un servicio público, no exista discriminación territorial y se permita el desarrollo de esta labor”.
Agrega que en la actualidad hay una fuerte competencia, debido a la presencia de diversas organizaciones sociales y empresas privadas que se dedican a la recolección integral de residuos sólidos. “Esto ha reducido la cantidad de materiales que los recicladores de oficio pueden recolectar, afectando sus ingresos y su estabilidad económica”, comenta Ravelo.

Dignificación del oficio del reciclador
La Asociación de Recicladores Huella Natural cuenta con 450 recicladores afiliados de los municipios de Medellín, Bello, Copacabana y Girardota. Su apuesta se enfoca en el acompañamiento humano, la formación e impulso de la asociatividad en este sector. “Tenemos una población muy alta de adultos mayores, muchos desplazados y excluidos. Nuestro trabajo ha sido devolverles su dignidad”, afirma Acevedo.
Uno de sus mayores logros de la asociación ha sido brindar uniformes, carnés, rutas de recolección gratis y pagos mensuales adicionales a los recicladores. “La alegría más grande para ellos es cuando mes a mes les entregamos una tarifa extra por su trabajo. Ese día también les damos una hamburguesa o un pollo. Para ellos, eso es un lujo”, cuenta el fundador de esta organización.
Además, organizan talleres, salidas lúdicas, jornadas de salud y programas de apoyo emocional. “Portar un uniforme y tener un carné genera identidad y reconocimiento. Eso ayuda a romper el estigma”, señala Acevedo.
Por su parte, la corporación Coraseares, fundada en 2016, cuenta con 290 asociados y tiene presencia en las comunas La América y San Javier, así como en los corregimientos de Santa Elena y San Cristóbal.
Ha sido pionera en abordar temas como la salud mental, el desarrollo integral, la formación de proyecto de vida y la formalización de los recicladores. “La asociatividad, a través de organizaciones sin ánimo de lucro, ha sido fundamental para promover el trabajo en equipo, el apoyo mutuo y el compromiso con la comunidad, valores que muchas empresas privadas no priorizan”, comenta Ravelo.
Para dignificar este oficio, la corporación ha trabajado en el mejoramiento de la imagen de los recicladores a través de prendas que los identifique, así como el pago justo de los materiales reciclables y la seguridad alimentaria. “Les entregamos carné y chaleco, y en algunos casos brindamos apoyo para el transporte o situaciones de salud. También los motivamos a organizarse colectivamente y, si ya pertenecen a una organización, fortalecemos sus procesos”, detalla el fundador de Coraseares.
La entidad también apoya a sus asociados y a sus familiares para que puedan terminar sus estudios. Ravelo comenta que actualmente, hay cerca de 10 recicladores estudiando, y varios de sus hijos ya cursan estudios universitarios. “Uno de ellos estudia Gestión Administrativa y apoya con la facturación de la corporación. Además, una recicladora logró que sus dos hijos ingresaran a la Universidad de Antioquia gracias a su trabajo en el reciclaje”.
Los directivos de ambas organizaciones coinciden en que la dignificación del oficio de los recicladores en Medellín enfrenta múltiples retos como la estigmatización social que limita el reconocimiento y respeto hacia quienes realizan esta labor, así como la falta de formalización que restringe su acceso a derechos laborales y seguridad social.

Reconocimiento y retos de los recicladores
Según la Alcaldía de Medellín, hay 4800 recicladores de oficio en la ciudad, más de la mitad organizados en 30 entidades. En los primeros 5 meses de 2025 se aprovecharon 23 687 toneladas de residuos. Sin embargo, su trabajo enfrenta retos como condiciones inseguras, la falta de valoración social y la baja rentabilidad.
En promedio, un reciclador logra recolectar solo dos toneladas de material al mes, con ganancias mínimas que no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas. “El reciclador siempre está al final de la cadena, recibe lo que queda. Y cuando hay un accidente o una urgencia, muchas veces no tiene siquiera acceso a un médico”, señala el fundador de la Asociación de Recicladores Huella Natural.
La labor de los recicladores en Medellín sigue siendo una de las más estigmatizadas de la ciudad. Acevedo explica que para algunos ciudadanos los recicladores aún son sinónimo de marginalidad o desconfianza. “A ellos la sociedad los ha señalado históricamente como ladrones, consumidores de sustancias psicoactivas o habitantes de calle. Eso afecta su autoestima y los lleva a aislarse”.
Leer más: El paujil de pico azul, al filo de la extinción
Diego Alberto Ravelo, de la corporación Coraseares, detalla que algunos recicladores de la ciudad enfrentan diversas problemáticas sociales que profundizan su situación de vulnerabilidad. Entre ellas se encuentran los conflictos familiares, la escasez de recursos económicos y el bajo nivel educativo. “Estas condiciones dificultan no solo su estabilidad personal y laboral, sino también su integración plena a procesos de formalización y dignificación del oficio, limitando las oportunidades de mejorar su calidad de vida”.
Estas problemáticas también han afectado su participación en las dinámicas internas de las organizaciones. Para John Jairo Acevedo de la Asociación de Recicladores Huella Natural hay un amplio número de recicladores, que al estar enfocados en resolver sus necesidades básicas, no logran involucrarse plenamente en espacios de formación o toma de decisiones. “El gobierno interno aún es incipiente. La mayoría depende emocional y económicamente de la asociación. Muchos solo repiten: ‘Ayúdeme o colabóreme’”.
Nicolás Rafael Jaramillo, separador y reciclador de Coraseares, explica que formar parte de una organización social le ha permitido mejorar sus ingresos y acceder a capacitaciones sobre la separación de residuos, el cuidado del medio ambiente y temas relacionados con la bioseguridad. “A uno lo reconoce por el chalequito, sabe de qué organización es, y eso ayuda mucho. Así uno recicla organizado”.
Al formar parte de este tipo de organizaciones, los recicladores no sólo reciben pagos justos por su trabajo. Edwin Mauricio Luján, reciclador de la Asociación de Recicladores Huella Natural, señala que pueden acceder a una atención respetuosa y directa que reconoce su esfuerzo y dignidad, con espacios que permiten realizar mejor su labor. “Antes trabajaba solo. Hoy, gracias a la asociación, me siento respetado. Nos capacitan, nos entregan uniformes y nos tratan con dignidad”, afirma.
Luján también reconoce que la informalidad persiste: algunos recicladores siguen siendo explotados en chatarrerías, sin contratos ni garantías. “La labor del reciclador es muy importante, algo que la mayoría de las personas no hace, ya que solo tiran la basura. Por eso, el Estado debería tener en cuenta más a los recicladores, apoyar iniciativas como la creación de empresas que les permitan incluso cotizar para su futuro”, puntualiza.